Las complicaciones potenciales asociadas a la cirugía endócrina son, esencialmente, tres:
1- Hematoma sofocante
Que se presenta en 1% de los casos. Consiste en la ocupación del espacio central del cuello dónde se alojaba el tiroides por sangre a tensión, de manera que comprime la vía respiratoria y puede generar asfixia. Su tratamiento es la descompresión urgente en el quirófano, abriendo la herida y limpiando el hematoma.
Es habitual en estos casos tener que asocia una traqueostomía que casi siempre es temporal.
2- Lesión de los nervios recurrentes.
Los nervios recurrentes o laríngeos inferiores son los responsables de que podamos hablar porque le dan fuerza a las cuerdas vocales para que se abran y el paso del aire a su través provoca los sonidos que constituyen nuestro habla. Están escondidos detrás de cada lóbulo tiroideo, su tamaño es menor de 1 mm de diámetro y es frecuente que se traumaticen durante la manipulación de la glándula tiroidea en el acto quirúrgico.
A veces, dicho traumatismo se traduce en una parálisis temporal (o paresia) que puede durar entre 2 y 8 semanas antes de su recuperación completa y que objetivamos como ronquera más o menos marcada en el postoperatorio inmediato. Esta complicación ocurre en menos del 10% de los casos y siempre se relaciona con la magnitud de la cirugía y el tamaño del bocio o cáncer que se trata.
3- Hipoparatiroidismo.
Consiste en la presencia de una función deprimida de las glándulas paratiroideas en el postoperatorio inmediato como consecuencia de la lesión inadvertida o simplemente aturdimiento de dichas glándulas durante la cirugía. Las glándulas paratiroideas existen en número de 4 y se localizan 2 alrededor (para-) de cada lóbulo tiroideo (-tiroides), siendo responsables del mantenimiento de unos niveles adecuados de calcio en sangre.
No dañarlas debe ser un objetivo de la cirugía tiroidea, pero a veces la proximidad hace inevitable su manipulación y desvascularización, lo que se manifiesta en el postoperatorio inmediato como niveles bajos de calcio en sangre (hormigueos en la boca y en las puntas de las manos y los pies, entumecimiento y agarrotamiento de muñecas y tobillos). Se trata con la administración de calcio y vitamina D durante el tiempo que las paratiroides tardan en recuperar su función normal en los casos transitorios (12-16%) y de por vida cuando el daño es permanente (2-4%).